Trabzonspor – Fenerbahce | ¿Qué pasa en el fútbol turco?
Históricamente se ha intentado separar la política del deporte. Y del deporte, con la sociedad. Como si las élites no hubieran utilizado el deporte para mover hilos, entretener a sus masas y ensalzar su poder. Que se lo pregunten al nazismo en Alemania durante los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936.
Todo es política, como se dice, y todo acaba cayendo en la sociedad y, por lo tanto, en el deporte. Por eso, cuando nos llevamos las manos a la cabeza con imágenes tan lamentables como las que pudimos ver en el Trabzonspor-Fenerbahçe, con el césped convertido en un campo de batalla, hay un par de preguntas que nos deben invadir: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué está pasando en el país? Turquía ha sido históricamente y culturalmente un país apasionado con el deporte, donde todo se vive con una pasión tremenda.
Pasión de multitudes
“Lo mejor del fútbol en Turquia es la pasión con la que se vive todo. He tenido la oportunidad de trabajar en otros países, y yo el nivel de pasión y de atmósfera que se vive aquí yo no lo he visto en ningún lado”, asegura a SPORT Ismael García, segundo entrenador del Galatasaray.
Para él, la pasión con la que se vive el fútbol es totalmente positiva, más allá de los sucesos que han podido ocurrir: “Nunca he sentido esos momentos de tensión, y si los he sentido pues han sido igual que en otros países. Las cosas se están haciendo bien. Obviamente a nadie le gustan las imágenes que pudimos ver el otro día durante el Trabzonspor-Fenerbahçe, pero tampoco es algo que se hable demasiado en el vestuario”.
El fútbol es como una pasión, casi como una religión, en el buen sentido, como narra Ismael… Pero también en el mal sentido de la palabra. Lo sucedido en las gradas y en el verde del Senol GünesşStadyumu van mucho más allá, sobre todo teniendo en cuenta que no son los únicos hechos lamentables que se han producido últimamente.
El 27 de noviembre de 2022, en un Göztepe-Altay, una batalla campal; el 5 de marzo del 2023, en el duelo Bursaspor-Amedspor, se apedrearon autobuses, se lanzaron petardos y botellas de cristal a los jugadores…; el 12 de diciembre del año pasado, en el Ankaragücü-Rizespor, el presidente del equipo local bajó al terreno de juego y agredió al árbitro; el 19 del mismo mes, en el Istanbulspor-Trabzonspor, el presidente del club local decidió sacar a su equipo del campo por la mala actuación arbitral; y, por último, lo sucedido en el Trabzonspor-Fenerbahçe, con el césped convertido en un campo de batalla entre aficionados del equipo local, seguridad y los jugadores visitantes.
Unas escenas terroríficas que explican, lo primero de todo, la tensión que se vive en el país y que se ve reflejada en los estadios.
Tensión en el país
“La situación del país está empeorando cada día. Hay elecciones en Istambul a finales de este mes, algo importantísimo. La realidad de Turquía políticamente es igual que en el fútbol, mucha inestabilidad, mucha tensión… Los problemas que hay en la sociedad, se manifiestan en el fútbol. La gente está enfadada con el país y con la política, así que lo paga en los estadios. Al final, el fútbol es un reflejo de las tensiones que hay dentro de la sociedad que vivimos”, señala Mustafa Özgür, periodista turco.
Para él, todo va más allá de lo que sucede en el verde. Toca cambiar la mentalidad de la sociedad, la forma en la que ven el fútbol y a los rivales de su equipo. Debe haber pasión, pero hasta cierto nivel: “La gente viene al fútbol como si fuera una guerra. No es un deporte, es una guerra. Turquía necesita una revolución sociológicamente. Hay que cambiar la mentalidad de la gente. El fútbol debe ser alegría y no una guerra. Para la gente, el fútbol es lo más importante y el fútbol actualmente en Turquía produce odio. La gente va enfadada al fútbol, odiando a los aficionados de los otros clubes”.
Pasión buena para algunos… y pasión que termina en drama para otros. La sociedad necesita una revolución, una forma de ver el fútbol radicalmente distinta a la actual para evitar escenarios que nada tienen que ver con el deporte. También necesita presidentes que lancen mensajes de cordura, tranquilidad y responsabilidad y no los actuales, que incitan al odio y a la violencia.
Al final, un conjunto de cambios que, según Ismael García, ya se están produciendo. Sin embargo, para Mustafa Özgür, no son suficientes: “Se esperan sanciones para los aficionados que saltaron al verde. Eso sí, los clubes todavía no se han reunido para tratar de solucionar esto. Erdogan ni siquiera ha hablado. Esto requiere de una solución urgente, pero no va a llegar demasiado pronto”.
Turquía debe erradicar estos episodios violentos, preservar su pasión y seguir creciendo en el fútbol. “Al final lo peor de todo es que se hable de todo menos de los jugadores tan buenos que tenemos en la liga o del buen papel que puede hacer Turquía en la Eurocopa”, precisa Ismael. Esa es la cruda realidad.