Porzingis, el gigante bético de los Celtics que ha dejado a Doncic sin anillo de la NBA
En la plantilla de los Boston Celtics que han despachado por la vía rápida (4-1) a los Mavericks en la final de la NBA destaca un jugador letón, Kristaps Porzingis, que eleva al cubo su entrega y devoción por los colores verdiblancos. Es lógico que este gigante de 2,18 de altura sienta esos colores que habitualmente utiliza Boston en su indumentaria, pero además en su caso esa combinación cromática se halla presente en su vestuario cuando acude a entrenamientos o pasea por la calle… luciendo la camiseta del Real Betis, «el mejor equipo del universo», según ha manifestado el nuevo y flamante campeón de la NBA.
Porzingis llegó a Sevilla con 15 años y se formó en las categorías inferiores del Cajasol, el equipo de la ciudad hispalense que acabó convirtiéndose con los años en el Real Betis baloncesto. Pero antes de eso, aquel espigado muchacho letón que no paraba de crecer sorprendió a todos los entrenadores de la cantera del Cajasol por su envergadura y, sobre todo, por la facilidad con la que se movía por toda la cancha. Era poco frecuente ver a un jugador de su tamaño realizar esos movimientos y transiciones. Por su estilo y forma de desenvolverse en el parqué Kristaps recordaba a Pau Gasol.
Conforme mejoraba su técnica y se formaba como baloncestista en la ciudad andaluza se iba a la vez empapando de sus costumbres. Pronto sevillistas y béticos pugnaron por ganarse sus simpatías, y el joven letón creyó en aquel tiempo que podía desear la victoria tanto de un equipo como del otro. Pero las redes sociales no tardaron en mostrarle la evidencia de una rivalidad que no admite medias tintas. O se es del Betis o se es del Sevilla, pero de los dos…no. Y Porzingis optó por el Betis.
«Aíto fue clave para mí»
Uno de los capítulos de la serie documental Hoop Cities, producida por la NBA, se presentaba la vinculación de la ciudad de Sevilla con el jugador letón de los Celtics, recordando sus años de formación en el Cajasol, entre 2010 y 2014. Allí tuvo para él un papel relevante el entrenador Aíto García Reneses. «Aíto fue clave para mí, me dio minutos siendo muy joven, me dio cariño. Es un entrenador leyenda y estoy muy agradecido a él», recordaba Porzingis con un claro acento sevillano. «Fue una gozada entrenarle», respondía el histórico coach.
En aquellos años, el pabellón donde jugaba el Cajasol reunía cada partido en sus gradas a varios ojeadores de equipos de la NBA. Todos iban para seguir al joven jugador de Letonia. A los 18 años debutó en la liga ACB. Su desparpajo era tan evidente que sus mejores actuaciones tuvieron lugar precisamente contra los grandes equipos de la liga. Era cuestión de tiempo que volara más alto. Pero de Sevilla se iría con el Betis en el corazón. “Creo que el primer partido que vi en persona fue un Betis-Sevilla. El Betis perdió por penaltis y me acuerdo de que los béticos estaban destrozados, llorando en la grada. Yo decía: ¿pero qué le pasa a esta gente? ¿Cómo pueden sufrir tanto por un partido de fútbol?», rememoraba Porzingis. “Me di cuenta de que ser del Betis y el fútbol era como una religión en Sevilla”. Él se hizo ‘feligrés’ del club verdiblanco.
Número 4 del draft 2015
Después llegó el salto a la NBA. Fue elegido en 2015 en el número 4 del draft por los New York Knicks. Cuatro años más tarde, y tras superar una grave lesión, pasó a jugar en Dallas firmando un supercontrato millonario que lo convertía entonces en el jugador mejor pagado de los Mavericks. Allí acabó coincidiendo con otro jugador procedente de la liga española, el esloveno Luka Doncic, al que acaba de dejar sin anillo en la final de este año. Su relación con el exmadridista no fue buena. Sencillamente, no encajaron. Aunque ambos jugadores han tratado de quitar hierro al asunto en recientes declaraciones asegurando que no tuvieron ningún problema, lo cierto es que se produjo entre ambos un choque de caracteres, de liderazgo, o quizá de egos. En cualquier caso, resultaba evidente que no existía ‘química’ entre los dos jugadores europeos.
Porzingis siguió recordando su pasado sevillano ya como jugador de Dallas. Era habitual verle pasear por la calle con la camiseta del Betis o llegar al pabellón antes de cada partido con ella puesta. Incluso llegó a lucir en más de una ocasión la elástica del equipo bético mientras atendía a los medios de comunicación en la sala de prensa.
Tras su paso por Dallas, Porzingis recaló en los Wizards de Washington y tras una temporada y media fue traspasado a los Boston Celtics, con los que se acaba de proclamar campeón de la mejor liga de baloncesto del mundo vestido de verdiblanco y promediando en la liga regular más de 20 puntos y siete rebotes por partido. Aunque a los playoffs ha llegado muy justo físicamente, su actuación en el primer partido fue decisiva para que los Celtics encarrilaran las finales con una victoria aportando 20 puntos, 6 rebotes y 3 tapones con magníficos porcentajes de tiro.
De momento, como parte de una espectacular plantilla que ha demostrado este año su clara superioridad en la liga norteamericana, Kristaps Porzingis mira el futuro pensando en lograr más anillos en el equipo que más títulos (18) suma en la historia de la NBA. Pero en el futuro, quién sabe, quizá se decida a poner fin a su carrera regresando a Sevilla y manteniendo los colores verde y blanco en su camiseta. “¿Terminar mi carrera en Europa? ¿Por qué no? Molaría terminar en Sevilla. No pienso tan adelante, pero ya veremos”, confesaba el gigante bético de la NBA en Radio Marca hace unas temporadas.