Fútbol | Portugal enciende el debate sobre la prohibición de vender alcohol en los estadios: «No influye en la violencia»
La venta de alcohol en los recintos deportivos varía según el país. En España está prohibida por la Ley 19/2007, en Inglaterra se permite comercializar cerveza, pero no consumirla en los asientos, como sí sucede en Alemania. En Serbia no se puede ni vender en establecimientos cerca de los estadios. En Portugal, la situación es parecida a la de los campos españoles, pero los principales actores del país luso quieren revertir esta situación para tumbar una prohibición que se adoptó en los años 80.
Los problemas de beber antes de entrar al campo
Salgado Zenha, vicepresidente del Sporting de Lisboa y responsable financiero de la entidad, fue muy claro a la hora de responder sobre qué debería hacer la liga lusa al respecto del veto de la cerveza en los campos. «Tenemos que apostar por vender elementos como el alcohol en los estadios. El otro día vi cómo los equipos de la Eredivisie (Países Bajos) anunciaron récords de ganancias de 10 millones con productos de catering, la mayoría provenientes del alcohol. El Sporting gana poco más de un millón de euros en los bares», empezó diciendo el directivo en el contexto del Thinking Football Summit.
El motivo para prohibir el alcohol en los recintos deportivos ha sido siempre el mismo: es un catalizador de actos violentos. Uno de los países pioneros fue Escocia, quien tomó la medida después de los incidentes que se produjeron en el ‘Old Firm’ de la final de Copa de 1980 que enfrentó a Celtic y Rangers. Las bebidas alcohólicas quedaron relegadas a las zonas de hospitalidad corporativa o palcos, donde se dispensan todo tipo de cócteles de cortesía. Los contrarios al veto en los campos toman como referencia, por ejemplo, el estudio de la Universidad de Stirling, precisamente con sede en Escocia, que concluyó que los incidentes más graves se producen antes de los encuentros.
Los aficionados se juntan en los aledaños de los recintos para beber, debido a la prohibición interna. Es durante este lapso cuando se producen incidentes que se prolongan hasta la entrada de los hinchas en los campos, en forma de avalanchas en las puertas de entrada. «En mi opinión, vender alcohol en los estadios no tiene impacto desde el punto de vista de la violencia. Las personas beben de modo desmesurado antes de entrar a los recintos. Entran todos con la hora del partido encima. El que quiere, hasta consume en la misma puerta. Dentro, la gente no suele interrumpir el partido para ir a por cerveza. El alcohol en los estadios permitiría entrar con más calma y generar ambiente previo», defendió Salgado Zenha.
«Queremos que la gente llegue antes al fútbol»
Para el directivo del Sporting de Portugal, «la venta de alcohol en los estadios ha sido politizada por temas de violencia, pero no tiene razón de ser». En la misma línea se manifestó, Pereira da Costa, homólogo del lisboeta en el Oporto, quien el único problema que ve en el regreso de la cerveza a los campos es de índole fiscal. Con todo, atendiendo a los ingresos que se producen en otras competiciones por la venta de alcohol, los costes operativos quedarían ampliamente compensados: «Nuestro club tiene planes para mejorar sustancialmente la experiencia de los aficionados en el campo. Queremos invertir para traer más personas a los estadios y que lleguen antes. Esto se conseguiría con la venta de alcohol dentro», insistió.
La vuelta de la cerveza a los campos es una demanda recurrente desde hace años. La pasada temporada, la Liga Portugal, entidad rectora de la máxima competición en el país luso, puso sobre la mesa el retorno del alcohol. Lo hizo bajo los mismos motivos que argumentan los clubes: habría menos aglomeraciones en las zonas limítrofes y la gente llegaría antes a los estadios. Esto redundaría en una mayor seguridad. Esta es la segunda tentativa por parte de la patronal para convencer al Gobierno luso de implementar la comercialización de bebidas alcohólicas en espacios deportivos.
La relación entre el fútbol y marcas como las cerveceras es paradójica. Heineken es uno de los patrocinadores principales de la UEFA Champions League. Lo será hasta 2027, fecha hasta que se prolongó el vínculo entre las dos partes. Esta propia entidad, organizadora de la pasada Eurocopa de Alemania, instó a rebajar la graduación de la cerveza de determinados estadios hasta los 2,5 grados. En caso de conflicto, priman las leyes nacionales, como sucedió en la pasada final de Wembley que enfrentó al Real Madrid y al Borussia Dortmund.
Beber en las zonas VIP, sí; pero en la grada no
Los aficionados pudieron beber en los bares o restaurantes autorizados de la zona, así como en los lugares habilitados dentro del estadio. Eso sí, como indica la legislación inglesa, estuvo prohibido llegar el alcohol al asiento. Al igual que en Portugal, colectivos de aficionados y clubes critican lo que consideran como «un veto absurdo que se concibió en la época de los hooligans».
Argumentan que el hecho de que solo se pueda beber alcohol en zonas habilitadas provoca el mismo efecto que la prohibición interior: «Haces una cola ridículamente larga y te tomas la cerveza de un trago para no perderte nada del partido», defendió la diputada conservadora Tracey Crouch.
El elemento que más discordia genera, sobre todo en España, es la brecha entre los palcos VIP y el resto del estadio. Esto sucede en todos los campos del fútbol profesional. La argucia legal se centra en que son espacios separados del terreno de juego y se tienen en cuenta como si fuera un bar.
Las sanciones por beber en un estadio en España
Lo cierto es desde muchos se tiene visión directa desde el graderío. La Ley 19/2007 del 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte en su artículo 4 dice en su punto 1 que «queda prohibida en las instalaciones en las que se celebren competiciones deportivas la introducción, venta y consumo de toda clase de bebidas alcohólicas y de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas». Esto afectaría a cualquier recinto, independientemente de la categoría, aunque el menor control del fútbol regional posibilita ciertas brechas.
Esta semana, la Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte proponía para sanción de 2.000 euros y cuatro meses sin entrar a un recinto deportivo a un aficionado que fue interceptado cuando bebía alcohol en el Nuevo Los Cármenes de Granada.
Otro fue propuesto para multa de 1.500 euros y prohibición de entrada a estadios por tres meses por entrar con varios envases que contenían bebidas alcohólicas. Todo esto mientras en Anoeta, al igual que en Granada, se dispensaban bebidas alcohólicas en las zonas reservadas. Una dualidad que Portugal quiere evitar y frente a la que hay cada vez más voces críticas en el resto de Europa (en EEUU sí se puede).