Desailly, un campeón del mundo en la ruina
Cuenta ‘Le Parisien’ que Marcel Desailly es objeto de un ajuste fiscal y dice estar arruinado. Una situación delicada la que vive el exfutbolista de Nantes, Milan o Chelsea, y que también fue campeón del mundo en 1998 y de Europa en 2000, que el próximo martes tiene una cita en el tribunal de París para resolver el conflicto con su expareja, y madre de su hija, Victoria, a la que siempre se ha negado a reconocer hasta que el ADN no demuestre lo contrario.
A sus 56 años, Desailly atraviesa un momento realmente complicado. Este martes, en el tribunal judicial de París, la pericia de su prueba de paternidad debería confirmar la información revelada por ‘Le Parisien’, según la cual él es el padre biológico de Victoria. El que fuera campeón del mundo en 1998 nunca había reconocido a Victoria, de 10 años, como su hija, que tuvo con Cosma Batista de Alcántara, su pareja entre 2010 y 2018.
Asimismo, podría verse obligado a pagar una pensión alimenticia de unos 5.000 euros que reclama la madre de Victoria. El problema, sin embargo, tal y como informa ‘Le Parisien’, es que Marcel Desailly dice estar casi arruinado. El rotativo francés tuvo acceso a documentos contables y afirma que el franco-ghanés ingresaba 8.600 euros al mes hasta 2022, principalmente por su puesto como asesor para ‘BeIN Sports’, aunque lleva sin contrato desde el pasado 31 de agosto.
Desde 2009, no ha recibido ingresos o dividendos de sus empresas radicadas en Francia y Ghana, su país de origen y donde reside actualmente. Y, por si fuera poco, Desailly está siendo sometido a una reevaluación fiscal desde 2022. Fue sancionado por evadir el impuesto sobre la renta entre 2011 y 2019, y debe retornar 5.000 euros cada mes a las autoridades fiscales francesas.
De esta forma, no habría tenido otra que vender sus bienes para pagar la manutención de sus cuatro hijos legítimos y de Aïda, otra hija nacida en 1990 y a la que también se negó a reconocer. Su expareja, Cosma Batista de Alcántara, declaró a ‘Le Parisien’ que no creía que ahora estuviera arruinado. «Desde que le conozco, siempre ha dicho que no tenía un céntimo. Lo único que ha cambiado es que, en aquel momento, le creí. No paraba de decirme que nos íbamos a mudar a un piso de 300 m2 que tenía en la Rue de la Paix de París, y nunca vivimos allí«.